El 21 de abril de 2025, el mundo recibió la triste noticia del fallecimiento del papa Francisco, quien murió a los 88 años en su residencia del Vaticano, la Casa Santa Marta, a las 7:35 a.m. hora de Roma. El anuncio fue realizado por el cardenal Kevin Joseph Farrell, marcando el fin de un pontificado que duró más de una década y que dejó una huella imborrable en la historia de la Iglesia Católica y en el corazón de millones de personas.
Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, fue el primer papa latinoamericano y el primer jesuita en liderar la Iglesia. Desde su elección en 2013, se destacó por su cercanía con los más vulnerables, su compromiso con la justicia social y su incansable llamado a una Iglesia más humilde y abierta. Su estilo pastoral, sencillo y directo, rompió moldes y acercó el mensaje evangélico a nuevas generaciones y a quienes se sentían alejados de la institución.
El papa Francisco había sido hospitalizado el 14 de febrero debido a una bronquitis que se complicó con una neumonía bilateral. Aunque mostró signos de mejoría, su salud se deterioró en los últimos días, culminando en su fallecimiento.
Su muerte ha generado una oleada de reacciones a nivel mundial. Líderes políticos y religiosos han expresado su pesar y han destacado su legado de humildad, compromiso social y defensa de los más desfavorecidos.
El papa Francisco será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, según su deseo, diferenciándose de la tradición de sepultar a los pontífices en la Basílica de San Pedro. Se abrirá una capilla ardiente durante tres días y comenzará el proceso para elegir a un nuevo papa mediante un cónclave dentro de tres semanas.
La partida del papa Francisco deja un vacío profundo, pero también un legado de esperanza, compasión y renovación. Su vida y enseñanzas seguirán inspirando a millones en la búsqueda de una Iglesia más inclusiva y comprometida con los desafíos del mundo actual.